Barroco

Barroco

 Movimiento cultural e ideológico que se desarrolla en España y Europa desde finales del siglo XVI hasta comienzos del XVIII.
La época de esplendor del barroco es el siglo XVII.
El barroco se dio con más intensidad y duración en España debido a la fuerza de la Iglesia Católica y de la Inquisición.
El siglo XVII es, en general, una época de crisis y decadéncia.
  • España se encuentra gobernada por los Austrias (Felipe III, Felipe IV y Carlos II) y pierde la hegemonía política y militar que había alcanzado en el siglo anterior
  • Las graves dificultades económicas provocan un descontento general.
  • La crisis económica, las continuas guerras, las epidemias y la emigración a América hacen descender la población española.
  • Aumentan las diferencias entre los distintos estamentos (claro contraste entre el lujo de la nobleza y la pobreza del pueblo llano)


EL PENSAMIENTO BARROCO
Debido a la crisis sufrida durante este período, el hombre adopta una actitud escéptica, desconfiada y pesimista. Se tiene una visión muy negativa del mundo.
La realidad de las artes o la literatura es muy complicada. Está recargada, llena de contrastes, de contradicciones y de dinamismo.
El hombre barroco ve el mundo como un lugar caótico y está bsesionado con la brevedad de la vida y con el paso del tiempo. Esto se debe al pesimismo y desengaño que sienten ante el mundo.
Los hombres piensan que vivir es “un ir muriendo cada día”.
Temas de la literatura barroca:
  • La muerte.
  • El sentimiento amoroso vivido de forma desgarradora.
  • La apariencia engañosa de las cosas (famosa teatralización: la vida es una representación teatral, en la que Dios es el autor, y los seres humanos, los actores).
  • La insatisfacción y la soledad (el hombre se siente solo ante el caos)
Paralelamente, en el siglo XVII, el ser humano adopta una postura ascética (de menosprecio de todo lo terreno) y adopta una postura estoica (de resignación ante la desgracia)
En la literatura, para expresar el distanciamiento de la realidad se recurre a la exageración y a la decoración. Con esto se pretende distorsionar la realidad para marcar los contrastes, es decir, las cosas no se describen como son, sino como se ven a través de los ojos del escritor.
El artista y el escritor del barroco buscan la originalidad para provocar en el público la admiración y la sorpresa, y no se someten a ningún modelo ni a ninguna regla (a diferencia de los autores renacentistas)
La lengua literaria del siglo XVII destaca por la complicación en la forma o el contenido para que resulte difícil de entender.
La dificultad formal es sinónimo de belleza artística. Se trata de una creación de reflexión intelectual y no de emoción natural.



TEMAS DEL ARTE Y LA LITERATURA BARROCA
Durante esta época se buscan otras formas, otros enfoques y otros recursos (complicación, dificultad, exageración...) para expresar los mismos temas del Renacimiento.
  • Abundan los temas morales y religiosos (la fugacidad de las cosas y de la vida, la muerte...) debido al desengaño que siente el hombre.
  • Son frecuentes, también, los temas filosóficos, doctrinales y políticos (la naturaleza humana, el honor...)



LA LÍRICA EN EL SIGLO XVII: CONCEPTISMO Y CULTERANISMO
En la poesía barroca conviven dos tendencias:

  • Lírica popular: Formada por villancicos, canciones de la lírica tradicional castellana y romances, también tradicionales (Romancero nuevo)
    Es una lírica de lenguaje claro y sencillo.
  • Lírica culta: Formada por dos corrientes el conceptismo y el culteranismo.
    Estos tipos de lírica intentan sorprender al lector con un objetivo: conseguir la belleza y la sorpresa. Los dos tienen en común la dificultad y el rebuscamiento a la hora de escribir, pero los culteranos se dirigen más a la sensibilidad y los conceptistas a los sentimientos



  • Culteranismo
    • La forma prevalece sobre el contenido. Lo importante no es lo que se dice, sino la manera complicada y difícil de decirlo.
    • Se utiliza un léxico culto, con numerosos latinismos, hipérbatos, perífrasis, cultismos...
    • Se usan metáforas complicadas y artificiosas.
    • En los poemas aparecen frecuentemente elementos de la mitología clásica.
    • El culteranismo crea una lengua propiamente literaria y alejada del habla usual.
    • Autores: Góngora


    Conceptismo
    • Basado en las asociaciones ingeniosas de ideas y conceptos.
    • Se busca la expresión atificiosa y sutil, decir lo máximo utilizando los mínimos elementos (“lo bueno, si es breve, dos veces bueno”)
    • Se emplean recursos semánticos: símbolos, juegos de palabras, antítesis, paradojas, hipérboles, metáforas, ironía...
    • Autores: Baltasar Gracián en prosa i Francisco de Quevedo en poesía.

    Hubo una poesía barroca culta menos atrevida que mantuvo una cierta relación expresiva con la renacentista.
    Autores: Hermanos Argensola
    Rodrigo Caro “Canción a las ruinas de Itálica”
    Andrés Fernández de Andrada “Epístola moral a Fabio”




    Luis de Góngora


    Biografía


    Nació el 11 de julio de 1561 en Córdoba. Hijo de Francisco de Argote, licenciado en Salamanca, bibliófilo y humanista que cuidó de su preparación. Poseía una copiosa biblioteca calificada por el erudito Díaz de Ribas como la «gran librería», y de Leonor de Góngora, de noble familia. Influyó en su educación también su tío materno, Francisco de Góngora, racionero de la catedral de Córdoba, el cual cedió a su sobrino los beneficios eclesiásticos que tenía en diversas localidades, asegurándole así un modesto bienestar económico, y poder estudiar en la Universidad de Salamanca, donde se matriculó de Cánones desde el año 1576 hasta el curso 79-80. Fue racionero de la Catedral de Córdoba en 1585. Parece ser que en su juventud conoció aventuras amorosas y aficiones como el juego, según por la amonestación que en 1588 recibe del Obispo. Le gustaban además a las corridas de toros (prohibidas a los clérigos). Regresó a Córdoba entre 1612 y 1614, escribe el Polifemo y las Soledades, sus obras más conocidas. A través del duque de Lerma, por entonces ministro del Rey, en 1617, se le designa capellán real de Felipe III, para lo cual tuvo que ordenarse sacerdote a la edad de cincuenta y cinco años. La muerte de su protector y amigo, el duque de Lerma, al cual le dedicas su Panegírico, y su conocida afición al juego llevaron a Góngora a una grave situación económica, por lo que tuvo que ganarse el favor del siempre omnipotente conde-duque de Olivares, ministro del Rey. Dos de sus grandes enemigos fueron Quevedo y Lope de Vega, aunque también tuvo grandes admiradores como el conde de Villamediana o los humanistas Pedro de Valencia y fray Hortensio de Paravicino. El motivo de la enemistad se radica en el carácter innovador de su poesía, cabeza del estilo literario conocido por culteranismo, busca la oscuridad a través de la acumulación de referencias mitológicas, metáforas, hipérboles, juegos de palabras, cultimos y todo tipo de recursos literarios en una lengua de sintaxis complicada, llena de hipérbatos y largas perífrasis. Su obra cultista se inicia en 1610 con la Oda a la toma de Larache y continua con la fábula de Polifemo y Galatea (1613), las Soledades (1613) y el Panegírico al duque de Lerma (1617). Su poesía fue revalorizada por la generación poética de 1927. En 1627 volvió a Córdoba, aquejado de «arterioesclerosis prematura», enfermedad que llevaba padeciendo largo tiempo. Murió el 23 de mayo de ese mismo año en su ciudad natal. No llegó a ver impresas más que algunas poesías menores en cancioneros.

    Obra

    Aunque Góngora no publicó sus obras (un intento suyo en 1623 no fructificó), éstas pasaron de mano en mano en copias manuscritas que se coleccionaron y recopilaron en cancioneros, romanceros y antologías publicados con su permiso o sin él. El manuscrito más autorizado es el llamado Manuscrito Chacón (copiado por Antonio Chacón, Señor de Polvoranca, para el Conde-Duque de Olivares), ya que contiene aclaraciones del propio Góngora y la cronología de cada poema; pero este manuscrito, habida cuenta del alto personaje al que va destinado, prescinde de las obras satíricas y vulgares. El mismo año de su muerte Juan López Vicuñapublicó ya unas Obras en verso del Homero español que se considera también muy fiable e importante en la fijación del corpus gongorino; sus atribuciones suelen ser certeras; aun así, fue recogida por la Inquisición y después superada por la de Gonzalo de Hoces en 1633.Por otra parte, las obras de Góngora, como anteriormente las de Juan de Mena y Garcilaso de la Vega, gozaron el honor de ser ampliamente glosadas y comentadas por personajes de la talla de Díaz de Rivas, Pellicer, Salcedo Coronel, Salazar Mardones, Pedro de Valencia y otros.
    Aunque en sus obras iniciales ya encontramos el típico conceptismo del barroco, Góngora, cuyo talante era el de un esteta descontentadizo («el mayor fiscal de mis obras soy yo», solía decir), quedó inconforme y decidió intentar según sus propias palabras «hacer algo no para muchos» e intensificar aún más la retórica y la imitación de la poesía latina clásica introduciendo numerosos cultismos y una sintaxis basada en el hipérbaton y en la simetría; igualmente estuvo muy atento a la sonoridad del verso, que cuidaba como un auténtico músico de la palabra; era un gran pintor de los oídos y llenaba epicúreamente sus versos de matices sensoriales de color, sonido y tacto. Es más, mediante lo que Dámaso Alonso, uno de sus principales estudiosos, llamó elusiones y alusiones, convirtió cada uno de sus poemas últimos menores y mayores en un oscuro ejercicio para mentes despiertas y eruditas, como una especie de adivinanza o emblema intelectual que causa placer en su desciframiento. Es la estética barroca que se llamó en su honor gongorismo o, con palabra que ha hecho mejor fortuna y que tuvo en su origen un valor despectivo por su analogía con el vocablo luteranismo, Culteranismo ya que sus adversarios consideraban a los poetas culteranos unos auténticos herejes de la poesía.
    La crítica desde Marcelino Menéndez Pelayo ha distinguido tradicionalmente dos épocas o dos maneras en la obra de Góngora: el «Príncipe de la Luz», que correspondería a su primera etapa como poeta, donde compone sencillos romances y letrillas alabados unánimemente hasta época Neoclásica, y el «Príncipe de las Tinieblas», en que a partir de 1610, en que compone la oda A la toma de Larache se vuelve autor de poemas oscuros e ininteligibles. Hasta época romántica esta parte de su obra fue duramente criticada e incluso censurada por el mismo neoclásico Ignacio de Luzán. Esta teoría fue rebatida por Dámaso Alonso, quien demostró que la complicación y la oscuridad ya están presentes en su primera época y que como fruto de una natural evolución llegó a los osados extremos que tanto se le han reprochado. En romances como la Fábula de Píramo y Tisbe y en algunas letrillas aparecen juegos de palabras, alusiones, conceptos y una sintaxis latinizante, si bien estas dificultades aparecen enmascaradas por la brevedad de sus versos, su musicalidad y ritmo y por el uso de formas y temas tradicionales.

    Imágenes




      

    Lope de Vega

    Biografía


    Lope Félix de Vega y Carpio nació en Madrid en el año 1562. Fue niño precoz ya que desde la tierna infancia demostró facilidad para las letras, escribiendo tanto en español como en latín poesías, traducciones y primeras comedias. Estudió en el Colegio Imperial de los Jesuitas y posteriormente estudió en la Universidad e incluso se ordenó como sacerdote, influenciado por el Obispo de Ávila.
    Vivió una vida de pasiones intensas, desde su enamoramiento a los diecisiete años, de Elena Osorio, hasta sus varios matrimonios, deslices y aventuras, y en intermedios se volcó al sacerdocio, pues profesaba a la vez una profunda fe religiosa.
    Aunque de cuna humilde, su destreza literaria lo llevó a codearse con la nobleza de la época. Tuvo amistades cortesanas influyentes y perteneció a varias congregaciones religiosas, lo que le valió ingresos y su título de Fray que se suele anteponer a su nombre.
    Falleció en Madrid en 1635 y sus restos depositados en la Iglesia de San Sebastián.


    Obra

    Lope de Vega destaca sobre todo como autor de teatro y es el verdadero creador del teatro nacional desarrollando el substrato, los intentos previos de dramaturgos anteriores.
    Su producción dramática fue enorme y podemos decir que fue el autor más fecundo de la literatura española y, quizá, universal. Publicó unas 1800 comedias además de los autos; él mismo se refiere a 1500 obras. De ellas se han conservado 426 comedias y 42 autos, número que basta para justificar el título de "monstruo de la naturaleza" que le atribuyó Cervantes.
    Esta gran cantidad de obras también determina la variedad de los temas tratados en las mismas. En Lope está todo: el mundo religioso con relatos del Antiguo y Nuevo Testamento, vidas de santos y leyendas o tradiciones devotas; los temas pastoriles y caballerescos, argumentos extraídos de novelas orientales, italianas y españolas; hechos y personajes famosos de la Edad Media europea; sucesos famosos de la antigüedad, leyendas locales. Destacan especialmente los asuntos sacados de las viejas crónicas españolas y del romancero.
    Lo que más llama la atención en su obra es que Lope supo impregnar toda esta diversidad con la palabra y el espíritu de sus contemporáneos y, sin importarle demasiado ciertos anacronismos, vistió estos asuntos con elementos tomados de la realidad nacional inmediata. Esto es lo verdaderamente español del teatro de Lope y la fórmula con que se acercó a la sensibilidad del hombre de su tiempo en temas tan diversos.

    Imagenes







    Francisco de Quevedo
    Nació en Madrid en el seno de una familia de la aristocracia cortesana. Era el tercero de los cinco hijos de Pedro Gómez de Quevedo, que ocupó cargos palaciegos, y de María de Santibáñez. Estudió en el colegio de la Compañía de Jesús en Madrid y en la Universidad de Alcalá (Madrid); después cursó estudios de teología en la Universidad de Valladolid (1601-1606), pues allí se había desplazado la Corte. En esta época ya destacaba por su gran cultura y por la acidez de sus críticas contra Luis de Góngora. En 1606 marchó a Madrid en busca de éxito y bienes materiales a través del duque de Osuna, quien se convirtió en su protector; también entabló un pleito por la posesión del señorío de La Torre de Juan Abad, pueblo de la provincia de Ciudad Real, en el que hasta 1631 gastó una gran fortuna y muchas energías.
    En 1613 viajó a Italia llamado por el duque de Osuna, entonces virrey de Nápoles, el cual le encomendó importantes y arriesgadas misiones diplomáticas con el fin de defender el virreinato que empezaba a tambalearse; entre éstas intrigó contra Venecia y tomó parte en una conjuración. El duque de Osuna cayó en desgracia en 1620 y Quevedo sufrió destierro en La Torre (1620), después presidio en Uclés (1621) y, por último, destierro de nuevo en La Torre. Esta etapa azarosa y desgraciada marcó todavía más su carácter agriado y lo llevó a una crisis religiosa y espiritual, pero desarrolló una gran actividad literaria. Con el advenimiento de Felipe IV algo cambió su suerte, al levantar el rey su destierro, pero el pesimismo ya se había hecho dueño de él.
    Su matrimonio con la viuda Esperanza de Mendoza (1634) tampoco le proporcionó ninguna felicidad y la abandonó al poco tiempo; ella moriría en 1641. De nuevo se sintió tentado por la política, pues vio la decadencia que se estaba cerniendo sobre España y desconfió del conde-duque de Olivares, valido del rey, contra quien escribió algunas diatribas amargas. Un asunto oscuro, relacionado con una supuesta conspiración con Francia, hizo que fuese detenido en 1639 y encarcelado en San Marcos de León, donde las duras condiciones mermaron su salud.
    Al quedar libre, en 1643, ya era un hombre acabado y se retiró a La Torre para después instalarse en Villanueva de los Infantes, donde el 8 de septiembre de 1645 murió.


    Obra poética

    Sus poesías, que aparecieron póstumas en el “Parnaso español” (1648) y “Las tres últimas musas” (1670) son, en gran parte, de orientación conceptista.
    En ellas se muestra el ingenio expresivo, el juego de ideas o conceptos, las antítesis, las paradojas...
    Aunque su obra es muy amplia y variada, sus poemas pueden clasificarse en tres grandes grupos:

  • Las obras de tema filosófico-moral.
    Expresan el pesimismo del autor y de la época, así como su visión desengañada del mundo y de la vida (el paso del tiempo, la fugacidad de la vida...)
    Son muy conocidos algunos sonetos: “Fue sueño ayer; mañana será tierra”, “Miré los muros de la patria mía”...
  • Las obras de tema amoroso.
    Quevedo escribió muchos y muy bellos poemas de amor (gran parte de ellos seguían la tradición petrarquista)
    Los mejores poemas de este grupo son aquellos en los que aparecen unidos el tema del amor y la muerte. Para Quevedo, el amor será la única fuerza humana capaz de superar a ala muerte.
    Destacan los sonetos: “Cerrar podrá mis ojos la postrera...”, “Es hielo abrasador, es fuego helado”...
  • Las obras de tema satírico y burlesco.
    Es la faceta más conocida de Quevedo, hacia la que se sentía predispuesto por su capacidad para jugar con las palabras y las ideas.
    Características: La deformación y la caricatura, la ironía, la hipérbole, el contraste y la comicidad.
    Sus famosas letrillas: “Poderoso caballero es don Dinero” y “Sabed vecinas
    Su conocido soneto: “Érase un hombre a una nariz pegado
    Sátiras dirigidas a sus enemigos literarios (Góngora): “Epístola satírica y censoria contra las costumbres presentes de los castellanos


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